
A continuación, nos invita a decir nuestra frase pero no de cualquier forma sino con “palabras de chocolate fundido”, es decir, que cada palabra sea dicha con intención, lentamente, mirando a los ojos de cada compañero hasta que la palabra se funda con cada uno de ellos cumpliendo así su misión. Empieza la sesión, los alumnos no se atreven a decir su frase, o la dicen de carrerilla como si fuera una pregunta de clase; a través de algún voluntario más atrevido, él les enseña cómo se dicen las palabras para que se “derritan” y nos “calen” una y otra vez hasta que todos captamos de forma vivencial lo que quiere decir. Muchos se han quedado con las ganas de decir su frase pero el tiempo se nos ha echado encima.
Nos comprometemos a dedicarle un espacio de la clase a esta actividad. Así, los alumnos de 1º A han elegido los viernes, día de lectura, para dedicarle unos minutos a esta actividad. Un coordinador, diferente cada semana, lleva la sesión; tiene que crear un ambiente mágico, envolver a sus compañeros con una tela imaginaria, decir unas palabras, y ya en tono de susurro, uno de ellos (y luego otro y otro espontáneamente), con “palabras de chocolate fundido”, cuando ya siente su texto vibrar, comienza: “mi texto dice”…y todos escuchamos maravillados.
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